viernes, 14 de octubre de 2011

La nobleza de "La Barra" y la alegría del barranquillero

 
En medio de tantas carencias que tiene la población barranquillera, no le queda otra alternativa que recurrir a su alegría, espontaneidad, creatividad y “mamadera de gallo” para no hacer de su vida un infierno. Por eso en las encuestas siempre el barranquillero responderá que es feliz, porque su naturaleza es esa, ser un hombre feliz. Hace ya muchos años escribí una breve nota sobre una de esas razones por la que los barranquilleros sufrimos muy poco cuando de problemas económicos se trata.

El escrito se llama “La nobleza de la barra” y transcurría el año 1986. Ahí les va:

El encarecimiento de la vida ha llegado a tales extremos, que cada momento que pasa se hace más invivible, ya que los gastos aumentan en forma vertiginosa.

Es tal la inflación,  que lo que se compraba antes con $100 ahora hay que comprarlo con $1000 (10 años atrás) o más; mejor dicho, hemos llegado a un momento en que “LA BARRA”, la moneda insigne del país de la legalidad ha tomado el valor de cien pesos colombianos y hasta de mil. Para nuestra suerte, la barra es una moneda noble, la cual se ajusta a todas las épocas y si no fuera por ella no se hasta donde llegarían los precios.

Recuerdo que hace algunos años, una carrera de taxi tenía el valor de 20 o 30 pesos, que equivalían a 20 o 30 barras; ahora en cambio dicha carrera vale 300 o 400 pesos, sin embargo la nobleza de la barra hace que valga menos, ya que en su equivalente actual vale 3 0 4 barras, lo que alivia un poco nuestras almas.
Igualmente ocurre con algunos artículos que llegan a costar 100 mil o 120 mil pesos, que al convertirlos a la moneda insigne de la República Independiente de la Legalidad, equivalen a la irrisoria suma de 100 o 120 barras; de verdad que esto alivia nuestras almas, pero de ninguna manera nuestro bolsillos y el sufrimiento de estos, tarde o temprano se refleja en nuestras almas.

De todos modos quisiera darle un beso muy grande a “LA BARRA”, que por muchos momentos nos hace sentir felices.



Marzo 14 de 1986.
Rafael Alberto Rada Conrado.

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