El pájaro que se resguarda en su nido de cemento, vuela en búsqueda de alimento, vuelve a su nido y comparte con los suyos, es un ejemplo de que la supervivencia es el camino que nos está quedando en los sectores urbanos. El goce de la vida esta subordinado en nuestras grandes ciudades a la supervivencia.
El ciudadano de a pie evita que no lo atropelle al cruzar la calle, el vehículo conducido por el estresado ejecutivo, que corre a toda prisa para llegar en punto a la cita donde cerrará un negocio (tal vez la compra de terrenos para construir un edificio de apartamentos). Intenta evitar que el conductor de la buseta no haga que su frente choque contra el asiento que tiene adelante. El propietario de vehículo vive para evitar chocar con otro vehículo que es conducido a alta velocidad por algún conductor ebrio.
La ciudadanía en general trata de evitar los lugares contaminados por la polución ambiental con la finalidad de no adquirir o empeorar sus problemas de salud. Hay que evitar a como de lugar, la adquisición de vivienda en zonas de alto riesgo, ya sea porque en un futuro cercano ceda el terreno sobre el que está construido o porque el campo electromagnético que la rodea no llegue a afectar la actividad cardíaca de algunos habitantes del sector.
Estamos dedicando buena parte de nuestros esfuerzos a la supervivencia y no al disfrute de la vida, al goce de zonas de esparcimiento, al disfrute de un paisaje natural, lleno de árboles y rodeado de pasto. A caminar sin sobresaltos y en medio de la sombra y fresco que genera una buena arborización.
Para empezar a cambiar la supervivencia por el disfrute se hace necesario el uso de la bicicleta, caminatas individuales y en grupo, la recuperación de los parques y zonas verdes, el uso del transporte masivo, la reglamentación de la construcción de la propiedad horizontal, la expansión de la urbe hacía otras zonas del Área Metropolitana, el uso restringido de vehículos automotores, la disminución de la contaminación por la industria.
Parece que pronto no quedará otro camino que partir al campo en búsqueda del goce y disfrute de la vida, y no seguir sobreviviendo en la mole de cemento.
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