En un artículo denominado “La Ciudad y la Salud” publicado recientemente en el periódico El Heraldo el periodista y director de Protransparencia, Horacio Brieva, manifiesta entre otros aspectos “…el médico Rafael Rada plantea que en mortalidad de menores de un año registramos tasas preocupantes, pues en 2008 de 23.217 nacidos vivos murieron 367, y en 2009 de 22.777 fallecieron 362 infantes por diversas causas. A este problema, se añade el drama de las muertes maternas que sigue teniendo una incidencia muy significativa e igualmente dolorosa…”.
Pues bien, esa información traducida en términos de indicadores de salud quiere decir que la mortalidad infantil (menores de un año) en la ciudad de Barranquilla en los años 2008 y 2009 fue de 15.81 y 15.89 x 1000 nacidos vivos, respectivamente; muy por encima del promedio nacional que para los mismos años fue 14.72 y 13.96 x 1000 nacidos vivos*. Cifra que difiere bastante de la publicada por la administración distrital en el Plan Bienal 2010-2011, donde expresan lo siguiente: “actualmente nos encontramos en el distrito de Barranquilla en una tasa de mortalidad en menores de 1 año en 9,72 x 1000 NV , cumpliendo con la meta del milenio”, que para el caso que nos ocupa es de 14 muertes x 1000 nacidos vivos.
La tasa de mortalidad infantil, es un reflejo de la situación de salud de la población, por tanto va más allá de ser una simple cifra, y se convierte en una importante medida de la calidad de vida de la población infantil en particular y del conjunto de la población en general; los resultados que arrojen su cálculo deben orientar la política de salud en este ámbito y deben permitir construir las estrategias necesarias para mantener o mejorar la situación de salud de dicho segmento de la población.
En países como Cuba, la mortalidad infantil en 2010 fue de 4.5 x 1000 nacidos vivos, y en 1986, los cubanos tuvieron una mortalidad de 13.6 x 1000 nacidos vivos, mucho menor que la alcanzada en Colombia en 2009, lo que significa que estamos rezagados en más de 20 años en materia de salud infantil con respecto a la siempre controvertida isla del Caribe. Y han alcanzado esos indicadores porque las estrategias se han ajustado de acuerdo al resultado histórico de los mismos. En la actualidad los cubanos vienen ofreciendo a las gestantes la clasificación del riesgo genético cuando se capta la embarazada, ecografía genética durante el primer y segundo trimestre del embarazo y otros estudios para observar la salud del feto.
Por ello vale finalmente decir, los indicadores en salud no son números fríos, traducen el grado de desarrollo de los pueblos y es información para la acción.
*Cálculos del autor del artículo a partir de información DANE.
Rafael Alberto Rada Conrado.
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